Septiembre quema (un poco)

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Ya habéis notado que la frecuencia con que escribo y publico ha bajado, desde que empezó septiembre...

Este última semana fue un poco agobiante. Más que por el trabajo en sí, por las cosas que se me acumulaban en la cabeza. De hecho, el miércoles por la tarde exploté; estuve de mala leche, todo me parecía mal, estaba cansado, irritable, saltaba por nada...

A finales de semana, la cosa ha mejorado. Porque me he tomado las cosas con otra filosofía: una cosa detrás de otra.

Rita y yo estamos los dos a punto de presentarnos a la prueba para obtener el DEA (Diploma de Estudios Avanzados), que es el título que actualmente sirve para acreditar la suficiencia investigadora, una vez has terminado los cursos de Doctorado y el trabajo de investigación.

Pues bien, el otro día fuimos juntos a pagar las tasas de la prueba del DEA (¡más de 100 euros nos soplaron!, y nos avisaron de que en octubre seguramente subirán las tasas y a lo mejor tenemos que pagar unos 5 euros más) y, hablando por el camino, le dije que aún no estaba del todo contento con lo que voy a presentar en esa prueba, como resumen de mi investigación hasta el momento. Ella me dijo que está muy bien y, utilizando una expresión muy graciosa, me dijo que tengo unos estándares muy altos.

No sé si es cierto... No sé si me exijo demasiado o no. Está claro que el bloqueo que me llevó a estar de tan mala leche el miércoles fue, simplemente, porque se me acumuló todo en la cabeza; todo lo que me queda(ba) por hacer en las próximas semanas: pagar las tasas de la prueba del DEA (ahora ya no), corregir exámenes (ahora ya no, tampoco), pensar y preparar las ponencias para el congreso de la semana que viene (en ello ando ahora), preparar la memoria para la prueba del DEA (será a la vuelta del congreso)... y que todo salga lo mejor posible; no dejar pasar el momento de hacer cosas, de avanzar.

Pero también sé que si llego a ese agobio, es porque no me organizo el tiempo, porque me despisto, no duermo las horas que toca... Estos últimos días ya he tratado de poner un poco de orden en mi horario, un poco de autodisciplina y constancia (creo que es lo que me falta), y, al mismo tiempo, ser menos exigente conmigo mismo y con los demás, ser más abierto, paciente y comprensivo; tener empatía.

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