Ya se acerca el final del curso, y no soy el único profesor que se encuentra cansado y saturado.
Aun así, siguen habiendo encuentros con personas que te alegran el día, como Ruso.
Al terminar mi clase de 8.30 a 10.30h de los miércoles, me he cruzado con una compañera, que ponía cara de agobiada. El final de curso nos afecta a todos. En mi caso, se debe en parte a la acumulación de clases, y el estrés por intentar terminar toda la materia, pero veo que es algo general, quizás debido simplemente al desgaste de todo el curso. En definitiva, todos tenemos ganas de acabar el cuatrimestre ya (los alumnos también, supongo).
He ido a una de las cafeterías del campus a almorzar, antes de continuar con la marcha, y allí he coincidido con Ruso, un profesor asociado a tiempo parcial, pero de los medianamente veteranos (lleva ya unos 3 ó 4 años dando clases).
Ruso es un tío muy especial, muy divertido, sobre todo por lo despistado que es, pero también por su carácter humilde, honesto, inocente y transparente. Poco a poco ha ido ganando experiencia en dar clases, y lo compatibiliza bastante bien con su otro trabajo (los asociados a tiempo parcial se supone que trabajan fuera de la Universidad, en el mundo real).
Además, se nota que lo vive, que le gusta dar clases, preparárselas bien (lo cual tiene mucho mérito, dado que tiene otro trabajo), y es bastante constante, en todos los sentidos.
Él también me contaba que está cansado y deseando que llegue pronto el final de mayo. Pero, además, quería compartir aquí otro pensamiento suyo, que me ha alegrado el día, como decía al principio.
Ruso piensa que lo mejor de dar clases es lo mucho que uno mismo puede llegar a aprender y a crecer. Tal cual. Me he quedado maravillado al oírlo. NO ha dicho, por ejemplo: "lo mejor de ser asociado a tiempo parcial es que, con poco esfuerzo, me saco un dinerillo extra". No. De hecho, él, para poder dar bien sus clases, pidió una reducción de jornada del 20% en su trabajo.
Él cree que dando clases, aprendes mucho, simplemente porque para poder explicar algo bien, necesariamente tienes que entenderlo tú bien antes. Y al buscar maneras de explicarlo y de hacerlo entendible para el resto de gente, tú mismo descubres matices y detalles o enfoques alternativos de la materia que estás tratando que, de otra manera, pasarían desapercibidos.
Además, en su caso, lo que explica en la Universidad le está sirviendo también para aplicarlo en su trabajo, y lo está disfrutando aún más.
Es genialmente simple, o simplemente genial.
Cuando nos hemos separado, cada por su camino, le he dicho (y no era una coletilla, esta vez): "me alegro de haber charlado contigo".
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