"El mes de julio ha sido auténticamente de locos", acaba de decir un locutor en la radio, ahora mismo. No se me ocurre una frase más adecuada con la que describir el mes que ahora —por fin— termina.
Ya está aquí agosto otra vez; ya estamos aquí de nuevo.
He estado unos días fuera de mi ciudad, descansando. Descansando como nunca, porque es la primera vez en mucho tiempo que me marcho con todo terminado y sin cosas pendientes en la cabeza. He conseguido desconectar bastante.
A la vuelta, un empacho momentáneo de reencuentro con la realidad, con el calor de la ciudad, y... con todos los nuevos proyectos que me esperan.
Proyectos en el ámbito profesional: retomar la tesis. Con tranquilidad; sobre todo leer, situarme, intentar organizarme... Así quedé con mi director de tesis. Eso me dio tranquilidad.
En el plano personal: muchas cosas pendientes. Demasiadas. Desde mayo me he descuidado bastante, y ahora toca retomar la vida normal. Y cuesta. Estoy desubicado.
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