Recuperando la normalidad y con fuerzas

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Termina el cuatrimestre, y empieza el mes de junio, transición hacia la época de verano, sin clases ni exámenes ni tutorías, y con tesis, tesis y tesis.

Ya he terminado la maratón de clases. Todavía me quedan esta semana dos asignaturas que terminaré de impartir mañana y el viernes, respectivamente.

El viernes acabé la semana muy contento, la verdad; y sigo así, animado, como liberado del peso de las clases, ya que en mayo tuve muchas, como he comentado varias veces.

Ahora, tengo la sensación de tener mucho tiempo disponible, y suficiente para realizar con calma y concentración mis tareas.

La tarea principal que ahora mismo llevo en marcha sigue siendo la documentación de un proyecto que estamos todavía terminando (nunca se acaba de terminar del todo) para una empresa.

Poco a poco quiero ir recuperando un poco la normalidad (que he perdido totalmente en este mes de mayo), en el sentido de no quedarme hasta muy tarde todos los días, y tomarme un tiempo para hacer ejercicio y estar con la gente, además de retomar el inglés y otros hobies.

También, me ha llamado de nuevo Johny para comenzar con una nueva edición del curso que dimos en inglés, pero esta vez en castellano. Lo bueno es que tenemos casi todo el material ya en español, porque primero lo hicimos en nuestro idioma para después traducirlo al inglés.

Y, como decía al principio, junio tiene que ser también el mes en el que empiece a retomar la tesis. Seguiré informando.

Un blog y un enlace

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Me ha gustado encontrar el blog de un profesor de secundaria, por la temática y por lo bien que está escrito. Diario de un profe, se llama. Lo añadiré en cuanto pueda a la lista de blogs recomendados, porque lo es.

También me ha gustado el titular del artículo de El País "Profesor analógico, alumno digital", para referirse al desfase entre los métodos de enseñanza que todavía usamos y el mundo en el que se mueven los alumnos.

Creo que el artículo en cuestión da por sentado demasiado alegremente que los profesores están predispuestos a usar las nuevas tecnologías y nuevas metodologías docentes (y que lo que falla son los medios), cuando realmente muchos docentes todavía creen que dar una clase "moderna" es usar powerpoints con animaciones onomatopéyicas y horrendas.

Eso sí, me reafirmo en que, de aquí a 15 años (e incluso puede que antes) la manera de impartir clases habrá cambiado bastante.

En ese futuro no demasiado lejano, me imagino automatizadas todas las tareas repetitivas de evaluación, y toda la burocracia asociada a la labor docente: producción y distribución de material de estudio (apuntes, ejercicios, etc.), revisión de ejercicios o trabajos propuestos, preparación y desarrollo de prácticas con ordenador, etc.; también, todas las tareas de gestión: programación de los calendarios y horarios de las clases y de los exámenes, etc.

Me imagino, además, el desarrollo de la actividad en el aula muy diferente a lo que ahora es la norma. Una clase magistral del futuro: alumnos observando en sus respectivas pantallas el desarrollo de un tema que el profesor va escribiendo o dibujando en una limpia y brillante pizarra que, en realidad, se trata de una gran pantalla táctil. No sólo eso: los alumnos interactúan a través de sus pantallas (también táctiles) con el profesor, planteando sus dudas o sugerencias.

No es tan difícil que esto llegue a pasar y a generalizarse, de verdad. Ojalá.

"Alt+Tab" imposible en estos momentos

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La otra cara de la moneda es: todo lo que no es docencia; la Tesis, y las labores de consultoría.

Quizás sea una tortura innecesaria pensar ahora en la Tesis, porque sabía de sobra que en esta parte final del curso no iba a poder dedicarle tiempo.

Bueno, sigo pensando que si me aislase más del mundo y, sobre todo, me organizase mucho más el tiempo (cumpliera más estrictamente lo que me programo), conseguiría sacar a la semana un ratito para la Tesis, incluso en periodos "extremos" como el presente mes de mayo.

El problema es que, a estas alturas de curso, las ideas están tan espesas en mi cabeza que no soy capaz de hacer "Alt+Tab" y cambiar de tema con facilidad. Es decir, se me hace una montaña en estos momentos pensar en la Tesis. Sé que tengo tareas pendientes, o a mitad hacer, como la búsqueda bibliográfica, y cerrar un enfoque o planteamiento inicial. Pero hasta ahí llego; ponerme con eso, en una horita o dos que pueda tener libres en un momento dado, se me hace muy cuesta arriba.

Por tanto, está claro: no me torturo más, y espero a junio para ponerme otra vez en marcha. Siguiendo con el símil informático, Hacer "reset", pero YA.

Cansado pero contento

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Esta ya es la última semana con maratón de prácticas; la verdad es que ya estoy cansado.

Al mismo tiempo, estoy muy contento de la relación que tengo con los alumnos este año, en el aspecto puramente académico.

Me está gustando la maratón de prácticas porque me está sirviendo para conocer un poco más a todos los alumnos (bueno, a los que vienen a prácticas, porque son voluntarias), y me quedo tranquilo porque sé que hemos llegado a dar todo lo importante de la asignatura, y a darlo bien. Incluso yo diría que he conseguido explicar algunas cosas mejor que otras veces.

Pero por las noches me cuesta irme a la cama pronto, y casi todos los días tengo clase a las 8h o a las 8.30h (como hoy), así que por las mañanas voy zombi. Por las tardes, tras una mini siesta, aprovecho más el tiempo, pero es que casi todos los días tengo clases. Hoy, por ejemplo, termino a las 21.15h. No me quejo; es mi trabajo. Pero empiezo a sentir cansancio mental, saturación.

Volviendo a las cosas positivas —es decir, a los alumnos—, algo muy significativo, más allá de mi percepción, es que este curso estoy teniendo más alumnos que vienen a visitarme en tutorías.

Y mayoritariamente vienen porque están currándose la asignatura, es decir, están haciendo los ejercicios propuestos, estudiándose la teoría... Les surgen dudas de las que surgen cuando estudias, y no sólo dudas de "no entiendo nada", "esto de qué va", etc.

No digo que el mérito sea mío. La verdad es que creo que es algo mutuo. En todo este curso (también en el cuatrimestre pasado) me he encontrado con alumnos bastante motivados (al menos, más que otros años), bastante receptivos y con ganas de trabajar. Seguramente —quiero creerlo— yo he sabido aprovechar y mantener su interés, un poco; pero también, tener buenos alumnos te anima y te facilita dar la clase.

En definitiva, sea como sea, estoy bastante contento con mis alumnos de este año. Y también con el trato de respeto mutuo que estamos consiguiendo entre todos, cordial y cercano al mismo tiempo.

Eso no quiere decir que crea que todos van a aprobar, ni nada de eso... Ya veremos los resultados. En el fondo, mis asignaturas no son de las más difíciles, y siempre hay otras que les acaban quitando tiempo.

Me alegro de que haya profesores así

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Ya se acerca el final del curso, y no soy el único profesor que se encuentra cansado y saturado.

Aun así, siguen habiendo encuentros con personas que te alegran el día, como Ruso.

Al terminar mi clase de 8.30 a 10.30h de los miércoles, me he cruzado con una compañera, que ponía cara de agobiada. El final de curso nos afecta a todos. En mi caso, se debe en parte a la acumulación de clases, y el estrés por intentar terminar toda la materia, pero veo que es algo general, quizás debido simplemente al desgaste de todo el curso. En definitiva, todos tenemos ganas de acabar el cuatrimestre ya (los alumnos también, supongo).

He ido a una de las cafeterías del campus a almorzar, antes de continuar con la marcha, y allí he coincidido con Ruso, un profesor asociado a tiempo parcial, pero de los medianamente veteranos (lleva ya unos 3 ó 4 años dando clases).

Ruso es un tío muy especial, muy divertido, sobre todo por lo despistado que es, pero también por su carácter humilde, honesto, inocente y transparente. Poco a poco ha ido ganando experiencia en dar clases, y lo compatibiliza bastante bien con su otro trabajo (los asociados a tiempo parcial se supone que trabajan fuera de la Universidad, en el mundo real).

Además, se nota que lo vive, que le gusta dar clases, preparárselas bien (lo cual tiene mucho mérito, dado que tiene otro trabajo), y es bastante constante, en todos los sentidos.

Él también me contaba que está cansado y deseando que llegue pronto el final de mayo. Pero, además, quería compartir aquí otro pensamiento suyo, que me ha alegrado el día, como decía al principio.

Ruso piensa que lo mejor de dar clases es lo mucho que uno mismo puede llegar a aprender y a crecer. Tal cual. Me he quedado maravillado al oírlo. NO ha dicho, por ejemplo: "lo mejor de ser asociado a tiempo parcial es que, con poco esfuerzo, me saco un dinerillo extra". No. De hecho, él, para poder dar bien sus clases, pidió una reducción de jornada del 20% en su trabajo.

Él cree que dando clases, aprendes mucho, simplemente porque para poder explicar algo bien, necesariamente tienes que entenderlo tú bien antes. Y al buscar maneras de explicarlo y de hacerlo entendible para el resto de gente, tú mismo descubres matices y detalles o enfoques alternativos de la materia que estás tratando que, de otra manera, pasarían desapercibidos.

Además, en su caso, lo que explica en la Universidad le está sirviendo también para aplicarlo en su trabajo, y lo está disfrutando aún más.

Es genialmente simple, o simplemente genial.

Cuando nos hemos separado, cada por su camino, le he dicho (y no era una coletilla, esta vez): "me alegro de haber charlado contigo".

Tengo ganas ya de que llegue junio

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No he podido escribir mucho estos días, y se me quedan muchas anécdotas en el tintero.

No sé si este blog pierde mucho interés cuando escribo más espaciado en el tiempo, pero estoy contento de poder seguir dejando por escrito esta especie de diario, anecdotario y recopilación de reflexiones.

Bueno, todo sigue su rumbo. La semana anterior fue rara, por el puente del 1 de Mayo, y no tuve demasiado trabajo con las clases. Sin embargo, no pude avanzar mucho mis tareas de ese proyecto que estamos llevando a cabo con una empresa.

Creo que va a quedar muy bien, ese trabajo que estamos realizando.

En general, me siento un poco saturado y cansado. Veo todo lo que tengo que hacer, y estoy motivado, me gusta. Pero se me amontona en la cabeza. Hablo tanto de cosas presentes como de tareas futuras.

Por una parte, está el final del curso: como siempre, me falta tiempo para dar todo el temario. Me haría falta 1 semanita o 2 más.

Adicionalmente, estoy preparando algún material de estudio complementario, para mis alumnos, pero me cuesta encontrar huecos, porque ahora estoy de nuevo a tope de clases (la maratón final de la que os hablé).

Y, como os decía, seguimos con reuniones y cosas para finiquitar el proyecto con una empresa.

El problema real ahora es que no tengo ratos largos para trabajar, y cuando los tengo, tampoco es que me cunda mucho el tiempo.

Cuando llegue junio, tengo pensado tomarme unos días de descanso absoluto. A ser posible.

Semana cultural

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En uno de los centros en los que imparto clases están ahora de semana cultural.

No se cortan las clases, pero hay multitud de actividades lúdico-festivas para que el personal se lo pase bien.

Recuerdo también mis semanas culturales, de mi época de estudiante. No es demasiado distinto a lo de ahora, pero el que ha cambiado soy yo: me parece que la semana cultural corta un poco el ritmo de las clases. Es un obstáculo más, a sumar a las fiestas universitarias, y a los parciales de mis asignaturas vecinas, que distraen la atención de los alumnos hacia mi asignatura. [Estoy exagerando un poco; no es para tanto, en el fondo.]

Pero, bueno, a lo que iba. Hoy me ha dado por preguntara mis alumnos, cuando han entrado en clase:
Bueno, ¿qué tal va la semana cultural? ¿Habéis leido algún libro? Aunque sea en PDF.

Una de mis gracietas. Por lo menos, ha servido para conseguir su atención.
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