Es algo que puede suceder, cuando comenzamos un cuatrimestre. En este caso, ha sido a un profesor de otro Departamento.
Un profesor joven, comprometido con la enseñanza, pero también muy volcado en su labor de investigación. Asignatura de último curso de carrera.
Las primeras semanas de clase, todo son buenas intenciones, tanto por parte de los alumnos como del profesor. En el caso de este profesor, plantea ejercicios, fomenta la participación, intenta plantear la asignatura de un modo algo diferente al habitual, pero sin extravagancias. Con su estilo personal.
Pero llega el momento en que ya ha pasado el típico tema de introducción, y la materia a explicar es cada vez más complicada. Y los alumnos comienzan a estar un poco pasivos, a no responder (es que no han estudiado nada, y comienzan a no entender nada, claro). Y el profesor, quizás, comienza también a no estar ya tan fresco como en las primeras semanas.
Y, entonces, pierde la compostura, se olvidan las buenas intenciones, y suelta, amenzador: "Si nos ponemos así, yo paso de realizar clases activas; me planto en la pizarra, comienzo a hablar y os doy la clásica clase magistral". Silencio sepulcral. Mal rollito.
Después, la sitación se reconduce, y el profesor pide disculpas.
Yo mismo ya comenté que ayer perdí un poco la paciencia ("a nadie le gusta hablar para que no le escuchen").
Es el momento crucial en que te cabreas por primera vez con tus alumnos. Depende de cómo manejes la situación, todo puede quedar en una anécdota, o en una brecha permanente. Normalmente, te sirve para marcar el terreno. Idealmente, no debería ocurrir, pero a veces no se puede evitar. Y, a veces, es necesario, porque hay alumnos que no saben comportarse en clase, por desgracia. Pero ese ya es otro tema.
Saber gestionar un grupo de alumnos, una clase, no es trivial.
Bueno, ha sido un ejemplo (real) de la típica crisis de las primeras semanas.
Ah, ¿que cómo me he enterado, de la anécdota? Bueno, secreto profesional.
Perdiendo el tiempo escribiendo sobre cómo no perder el tiempo
Escrito por
Profesor Atreintaytres
a las
19:35
|
Temas:
congresos,
gestión del tiempo,
investigación
Según la introducción a este blog, una de mis obsesiones es la gestión del tiempo. Y, de hecho, hasta el momento es la única de las tres obsesiones que menciono a la que he dedicado una parte significativa de mis posts...
Escribopor segunda vez hoy de nuevo porque, gracias a los blogs recomendados por Google Reader, he encontrado una página muy interesante con información sobre ese tipo de temas.
El blog al que me refiero es DuTudú ("Do To-Do" escrito como se pronuncia), y en él he encontrado algunos artículos que me parecen MUY interesantes. A continuación, presento una selección comentada:
Por último, dos frasecillas geniales que, hace ya varias semanas, encontré en elblog web de Arantxa Coca, la psicóloga del programa de televisión Terapia de Pareja, y que, para mí, tienen mucha relación con romper los malos hábitos que nos impiden el éxito, y con (man)tener la ilusión de lograr un objetivo. Depende de uno mismo:
Escribo
El blog al que me refiero es DuTudú ("Do To-Do" escrito como se pronuncia), y en él he encontrado algunos artículos que me parecen MUY interesantes. A continuación, presento una selección comentada:
- DuTudú : 30 días para el éxito. Un clásico revisado (o revisitado, como se suele decir a veces). He oído y leído muchas veces el consejo de que, para fijar un hábito, es conveniente intentar ser constante y mantenerlo durante al menos 30 días (otros dicen 21). A partir de ahí, como que ya está interiorizado, o más cerca de estarlo, y es más fácil de mantener. Aquí, se añade/incide en el truco psicológico de autoconvencernos y pensar que sólo tenemos que cumplir con el hábito durante 30 días (en lugar de toda la vida), y después quedamos liberados del compromiso. Yo a veces lo he probado, para cosas sencillas y diarias, y funciona. Casi magia.
- DuTudú : 13 trucos para motivarte. A quien nunca le haya hecho falta [pensar en] planificarse o buscar la manera de organizarse para poder conseguir un objetivo, este tipo de artículos quizás le parezcan una chorrada propia de revistillas tipo Quo (con todos los respetos) y demás. Pero, para quienes somos conscientes del desastre en que vivimos, y de lo mucho que ese desorden nos ralentiza y nos impide ser más productivos (a dónde podría llegar, y a donde llego, sería la frase), estos articulillos son verdaderas joyas que conviene releer una y otra vez y, sobre todo, poner en práctica.
- DuTudú : 14 ideas para mantener los buenos propósitos. Más importante que hacerse listas de buenos propósitos es intentar mantenerlos. Aquí hay una colección de trucos bastante interesantes. Algunos de ellos ya los he puesto en práctica alguna vez. Hay que ser positivos y constantes (es mi personal resumen).
- DuTudú : Malos hábitos para abandonar. ¡¡¡Aaaaag!!! Me he visto reflejado en casi todos. Es horrible. Sobre todo: procrastinar, hacer algo que no es lo más importante, PENSAR DEMASIADO..., ver la parte negativa de [casi] todo (asociado a lo de pensar demasiado, en mi caso) y navegar por Internet. Y escribir en blogs, añadiría yo. :-( Y autocompadecerse (esto ya casi no lo hago, creo; lo añado como comentario gracioso, porque en este párrafo parece que lo esté haciendo).
- DuTudú : GTD y Gmail. Hay infinidad de páginas en Internet que tratan la metodología de GTD (
Get That DoneGetting Things Done, ideada por David Allen), cómo adaptarla a las necesidades de cada uno, cómo implementarla haciendo uso de diversas herramientas informáticas, etc. Se trata de una manera de organizarse, tanto para el día a día como para la gestión de grandes objetivos o proyectos profesionales o personales. La mayoría de enfoques implican o incluyen organizar el correo electrónico en carpetas para clasificar lo urgente, lo aplazable, etc., e incluso lo convierten en el centro del método de planificación. Este artículo es un ejemplo de ello. Concretamente, se propone usar el correo también como lista de tareas. Nunca lo había pensado, pero parece una buena idea. Sin embargo, de momento voy a seguir utilizando mi propia manera de llevar un seguimiento de mis tareas, que vengo usando desde hace al menos medio año. Y me funciona, la verdad. No recuerdo si lo he contado ya aquí. Si no, más adelante lo haré. - DuTudú : Triplica tu productividad mañana. Dejo para el final el que más me ha impactado. Una vez más, se trata de un súper consejo que, al mismo tiempo, es súper intuitivo y lógico. Además, esto ya lo he hecho yo alguna vez, sin saberlo... Mañana únicamente tengo una horita de clase, de 8 a 9h, y después tengo todo el día para poner en práctica este método. Mi objetivo: adelantar lo máximo posible el artículo que estoy escribiendo para un próximo congreso.
Por último, dos frasecillas geniales que, hace ya varias semanas, encontré en el
If you always do what you've always done, you will always be where you've always been.
Si siempre haces lo que siempre has hecho, siempre obtendrás lo que siempre has obtenido.
Mike Ferry
If you can dream it, you can do it.
Si lo puedes soñar, lo puedes hacer.
Walt Disney
Erasmus, du yu andestand mi?
Escrito por
Profesor Atreintaytres
a las
22:56
|
Temas:
alumnos,
anécdotas,
consultoría,
docencia,
gestión del tiempo,
inglés
La semana continúa su curso. Se hace complicado acostarse pronto, levantarse pronto, hablar mucho rato por la mañana (dar clase), comer, descansar, intentar que te cunda la tarde en temas de investigación, llegar tarde a casa, cenar no mucho ni demasiado tarde, para... volver a acostarse pronto. Se hace complicado hacer eso continuamente sin perder el ritmo, por decirlo de algún modo. Pero no me quejo.
No me quejo, digo, porque no todos los días son así, en realidad, y porque, aunque lo sean, siempre hay momentos (posiblemente) divertidos. Hoy ha sido un día completo, con Erasmus hablando en polaco, y otras sorpresas; todo bajo un sol de nuevo más propio de primavera que de invierno. Eso sí, me ha cundido poco el tiempo.
Después de meterme una clase de 1 hora, de 8 a 9h (es mi dosis diaria, sin ella no puedo funcionar), me he dirigido a mi despacho con la vana ilusión de aprovechar el tiempo.
Una vez allí, he hablado por teléfono por enésima vez con el de la imprenta que nos está haciendo las tarjetas de visita para los del grupo de investigación. Sigue habiendo errores (ya detectados y comunicados) en las pruebas en PDF que nos envía. Y eso que es la imprenta con la que habitualmente trabaja mi Universidad.
En el almuerzo he hablado con Rita, que está un poco preocupada porque no avanza con su Tesis [tanto como ella quisiera]. Dice que le falta una planificación, sobre todo con tareas cortas y con plazos concretos. Me suena de algo... Yo también he pasado por ahí, pero ya lo cuento otro día. Sólo necesita hablar con nuestro director de Tesis, y que le vaya dando faena. Creo que es un bache poco grave.
Después, cuando quería ponerme a trabajar, ha venido a visitarme el nuevo profesor, el que sustituye al que falleció recientemente. Venía como a presentarse, creo yo, porque tampoco me ha preguntado nada directamente. Bueno, sólo hemos hablado un poco de la distribución temporal del temario, lo que viene siendo la programación de la asignatura. Se supone que de los contenidos ya habló con mi director de Tesis, que es el responsable de la asignatura. Hemos divagado un poco, le he dicho cosas que no sabía acerca del contenido de la asignatura y... bueno, de momento no puedo decir mucho más.
Seguidamente, nada más marcharse JR (nombre ficticio —como todos— que asigno a este profesor), han aparecido dos alumnos de la asignatura en cuestión. Han empezado preguntándome cosas relacionadas con la evaluación de la asignatura, y han terminado contándome que no se enteran con JR, y otras cosas que, de momento, prefiero callar aquí. Tengo que decir que, por lo general, los alumnos casi siempre exageran.
Entre esto, y poco más (ecos del debate electoral incluidos) ha pasado la mañana.
A las 15h, de nuevo a clase; esta, de 2 horitas. Una practiquita, fácil de guiar (se supone que "son los alumnos quienes han de trabajar", y todo eso). Pero hoy los alumnos tenían pocas ganas de trabajar, la verdad. Me he cabreado un poco; a nadie le gusta hablar para que no le escuchen. Por suerte, es un grupo pequeño, de unos 10 ó 12 alumnos, y puedo ir grupito a grupito supervisando, resolviendo dudas, etc.
Por cierto, que en este grupo de prácticas tengo a varios alumnos Erasmus. Concretamente, la semana pasada tuve un alemán, y ahora se han reproducido, y se han añadido al grupo 2 polacos; han tardado 1 semana en encontrar el aula de prácticas (al menos, eso he entendido que me intentaban decir).
Ellos tienen, en la clase de teoría, docencia en inglés (la da mi compañero Chus). Pero todos los grupos de prácticas son en castellano. [Aunque tengo que aclarar que el material de las prácticas sí que está traducido al inglés.] Bueno, pues estas 11 sesiones prácticas (vamos por la segunda) me van a servir para poner a prueba mi inglés en tiempo real. Es súper complicado, y —ya lo comentaba con mi compañera Zoe— lo peor es cuando estás intentando decir algo, hablando con relativa fluidez en inglés, y de repente te quedas en blanco, porque no sabes cómo traducir una palabra, una frase, una expresión, ni encuentras circunloquio alguno que te permita llegar a expresar lo que quieres decir. De momento, voy saliendo del paso.
A veces, el problema era que ni ellos mismos (los Erasmus) sabían qué había que hacer, qué querían preguntar, ni cómo expresarlo. Les he oído hablar en polaco, entre ellos. Me gusta cómo suena ese idioma, y le da un toque de único e incomprensible que me encanta.
Por tanto, estas prácticas de los martes están siendo, más bien, prácticas de inglés para mí.
Tras la clase, después de compartir la merienda con mi pareja (lo mejor de la tarde), vuelta al despacho. Algo sí he aprovechado el tiempo. Ahora estoy intentando redactar un pequeño artículo para un congreso en septiembre (ya contaré sobre esto en otro momento).
Pero tenía también un alumno esperando para tutorías (los hay tempraneros...). Era un alumno del grupo del profesor fantasma. Ha sido agradable atenderle. En general, todo lo relacionado con la docencia lo estoy haciendo bastante a gusto, en este cuatrimestre, y en todo lo que llevamos de curso.
He recibido la llamada de un consultor de una empresa especializada en cursos de formación para empresas (El Johnny, lo voy a llamar), con quienes voy a impartir dentro de poco un curso. El viernes hemos quedado en realizar una primera visita a la empresa donde en marzo será el curso.
Después, he recibido la visita inesperada de mi hermana, embarazada de casi 24 semanas. Tenemos muy buena relación, y me encanta. Pasaba por allí, y ha venido a saludarme.
Por último, otra visita inesperada: un profesor que está ahora en otro campus, pero que pertenece también al departamento, y con el que hemos compartido muy buenos momentos. Recientemente ha sido padre, por cierto. Galeano es único, es especial. Encontrarme con él siempre me alegra.
Después de todo eso... de 20 a 21h he conseguido trabajar algo. Y ya, algo cansadito... pa' casa. He escrito todo esto mientras veía House, y La 2 Noticias. Ahora ya he conseguido tener sueño.
Mañana a las 8.30h, vuelta a empezar.
No me quejo, digo, porque no todos los días son así, en realidad, y porque, aunque lo sean, siempre hay momentos (posiblemente) divertidos. Hoy ha sido un día completo, con Erasmus hablando en polaco, y otras sorpresas; todo bajo un sol de nuevo más propio de primavera que de invierno. Eso sí, me ha cundido poco el tiempo.
Después de meterme una clase de 1 hora, de 8 a 9h (es mi dosis diaria, sin ella no puedo funcionar), me he dirigido a mi despacho con la vana ilusión de aprovechar el tiempo.
Una vez allí, he hablado por teléfono por enésima vez con el de la imprenta que nos está haciendo las tarjetas de visita para los del grupo de investigación. Sigue habiendo errores (ya detectados y comunicados) en las pruebas en PDF que nos envía. Y eso que es la imprenta con la que habitualmente trabaja mi Universidad.
En el almuerzo he hablado con Rita, que está un poco preocupada porque no avanza con su Tesis [tanto como ella quisiera]. Dice que le falta una planificación, sobre todo con tareas cortas y con plazos concretos. Me suena de algo... Yo también he pasado por ahí, pero ya lo cuento otro día. Sólo necesita hablar con nuestro director de Tesis, y que le vaya dando faena. Creo que es un bache poco grave.
Después, cuando quería ponerme a trabajar, ha venido a visitarme el nuevo profesor, el que sustituye al que falleció recientemente. Venía como a presentarse, creo yo, porque tampoco me ha preguntado nada directamente. Bueno, sólo hemos hablado un poco de la distribución temporal del temario, lo que viene siendo la programación de la asignatura. Se supone que de los contenidos ya habló con mi director de Tesis, que es el responsable de la asignatura. Hemos divagado un poco, le he dicho cosas que no sabía acerca del contenido de la asignatura y... bueno, de momento no puedo decir mucho más.
Seguidamente, nada más marcharse JR (nombre ficticio —como todos— que asigno a este profesor), han aparecido dos alumnos de la asignatura en cuestión. Han empezado preguntándome cosas relacionadas con la evaluación de la asignatura, y han terminado contándome que no se enteran con JR, y otras cosas que, de momento, prefiero callar aquí. Tengo que decir que, por lo general, los alumnos casi siempre exageran.
Entre esto, y poco más (ecos del debate electoral incluidos) ha pasado la mañana.
A las 15h, de nuevo a clase; esta, de 2 horitas. Una practiquita, fácil de guiar (se supone que "son los alumnos quienes han de trabajar", y todo eso). Pero hoy los alumnos tenían pocas ganas de trabajar, la verdad. Me he cabreado un poco; a nadie le gusta hablar para que no le escuchen. Por suerte, es un grupo pequeño, de unos 10 ó 12 alumnos, y puedo ir grupito a grupito supervisando, resolviendo dudas, etc.
Por cierto, que en este grupo de prácticas tengo a varios alumnos Erasmus. Concretamente, la semana pasada tuve un alemán, y ahora se han reproducido, y se han añadido al grupo 2 polacos; han tardado 1 semana en encontrar el aula de prácticas (al menos, eso he entendido que me intentaban decir).
Ellos tienen, en la clase de teoría, docencia en inglés (la da mi compañero Chus). Pero todos los grupos de prácticas son en castellano. [Aunque tengo que aclarar que el material de las prácticas sí que está traducido al inglés.] Bueno, pues estas 11 sesiones prácticas (vamos por la segunda) me van a servir para poner a prueba mi inglés en tiempo real. Es súper complicado, y —ya lo comentaba con mi compañera Zoe— lo peor es cuando estás intentando decir algo, hablando con relativa fluidez en inglés, y de repente te quedas en blanco, porque no sabes cómo traducir una palabra, una frase, una expresión, ni encuentras circunloquio alguno que te permita llegar a expresar lo que quieres decir. De momento, voy saliendo del paso.
A veces, el problema era que ni ellos mismos (los Erasmus) sabían qué había que hacer, qué querían preguntar, ni cómo expresarlo. Les he oído hablar en polaco, entre ellos. Me gusta cómo suena ese idioma, y le da un toque de único e incomprensible que me encanta.
Por tanto, estas prácticas de los martes están siendo, más bien, prácticas de inglés para mí.
Tras la clase, después de compartir la merienda con mi pareja (lo mejor de la tarde), vuelta al despacho. Algo sí he aprovechado el tiempo. Ahora estoy intentando redactar un pequeño artículo para un congreso en septiembre (ya contaré sobre esto en otro momento).
Pero tenía también un alumno esperando para tutorías (los hay tempraneros...). Era un alumno del grupo del profesor fantasma. Ha sido agradable atenderle. En general, todo lo relacionado con la docencia lo estoy haciendo bastante a gusto, en este cuatrimestre, y en todo lo que llevamos de curso.
He recibido la llamada de un consultor de una empresa especializada en cursos de formación para empresas (El Johnny, lo voy a llamar), con quienes voy a impartir dentro de poco un curso. El viernes hemos quedado en realizar una primera visita a la empresa donde en marzo será el curso.
Después, he recibido la visita inesperada de mi hermana, embarazada de casi 24 semanas. Tenemos muy buena relación, y me encanta. Pasaba por allí, y ha venido a saludarme.
Por último, otra visita inesperada: un profesor que está ahora en otro campus, pero que pertenece también al departamento, y con el que hemos compartido muy buenos momentos. Recientemente ha sido padre, por cierto. Galeano es único, es especial. Encontrarme con él siempre me alegra.
Después de todo eso... de 20 a 21h he conseguido trabajar algo. Y ya, algo cansadito... pa' casa. He escrito todo esto mientras veía House, y La 2 Noticias. Ahora ya he conseguido tener sueño.
Mañana a las 8.30h, vuelta a empezar.
Para llegar a donde no pueden llegar
Para llegar a donde no pueden llegar, los alumnos suelen inventar las más sofisticadas técnicas para copiar, en los exámenes.
Pero otra manera de engañar y engañarse a sí mismos es utilizar sustancias estimulantes que, supuestamente, mejoran el rendimiento intelectual, aumentan la resistencia, etc.
Por supuesto, eso es algo sabido. Y no sólo los estudiantes se dopan, claro.
Pero hoy me ha gustado encontrarme con un artículo sobre el tema en un blog que, al menos para mí, ya se ha convertido en un clásico imprescindible (aunque recientemente inauguró nueva ubicación):
Shora escribe casi siempre de maravilla, y habitualmente para decir cosas diferentes, novedosas, interesantes... y, como digo, bien contadas.
PD: No tiene nada que ver, pero ayer por la tarde me tomé un buen cappuccino, y después no había manera de que me durmiera... De momento, no estoy llevando todo lo bien que quisiera el tener tantas clases, y tan pronto. Pero no me quejo.
Pero otra manera de engañar y engañarse a sí mismos es utilizar sustancias estimulantes que, supuestamente, mejoran el rendimiento intelectual, aumentan la resistencia, etc.
Por supuesto, eso es algo sabido. Y no sólo los estudiantes se dopan, claro.
Pero hoy me ha gustado encontrarme con un artículo sobre el tema en un blog que, al menos para mí, ya se ha convertido en un clásico imprescindible (aunque recientemente inauguró nueva ubicación):
Shora escribe casi siempre de maravilla, y habitualmente para decir cosas diferentes, novedosas, interesantes... y, como digo, bien contadas.
PD: No tiene nada que ver, pero ayer por la tarde me tomé un buen cappuccino, y después no había manera de que me durmiera... De momento, no estoy llevando todo lo bien que quisiera el tener tantas clases, y tan pronto. Pero no me quejo.
Semana larga
Escrito por
Profesor Atreintaytres
a las
1:40
|
Temas:
alumnos,
anécdotas,
docencia,
inglés,
investigación,
profesores
Sigue avanzando el cuatrimestre. Ya voy conociendo a mis nuevos alumnos, ya voy viendo cómo responden, cómo (intentar) captar su atención... Las sensaciones son buenas, de momento.
Esta semana ha resultado un poco larga, debido, entre otras cosas, a las clases del profesor fantasma. Por otro lado, he tenido tiempo hasta de realizar algunos ejercicios de inglés con Zoe, mi compañera de despacho.
Mis alumnos de este cuatrimestre son muchos y muy variados, dado que imparto ahora tres asignaturas diferentes. Ya comenté que en esta segunda mitad del curso tengo concentrada casi toda la docencia, y eso empieza a notarse: clases todas las mañanas (por suerte, las tardes las tengo para investigar, o al menos, intentarlo), bastante pronto (martes, a las 8h; miércoles a las 8.30h; jueves, a las 8h), y bastantes horas seguidas, en ocasiones (lunes, 3 horas casi seguidas; miércoles, de 8.30 a 14h sin parar, aunque sólo durante 3 ó 4 semanas; después tendré un hueco de 2 horas, los miércoles).
He conseguido repetir asignaturas por tercer curso consecutivo, y la verdad es que se nota (ya me las sé :-)). Incluso he podido elegir, en algunas de ellas, si daba sólo prácticas, o sólo teoría.
Concretamente, hay una asignatura en que venía impartiendo sólo la teoría, y este año he decidido dar sólo prácticas. Son mucho más cómodas, ya que, en estas prácticas, los alumnos no tienen que entregar ninguna memoria; y creo que disfruto más que en las clases de teoría, en que me pasaba dos horas hablando sin parar, porque había mucho temario que dar, en poco tiempo. Acababa agotado, la verdad. En las prácticas, me dedico más a recalcar las cosas importantes, repasar y afianzar conceptos o técnicas, dar pistas para que sepan cómo enfocar los ejercicios...
En otra asignatura, es justo al revés. Prefiero dar sólo la teoría, porque las prácticas son obligatorias, y los alumnos van porque hay que ir, muchas veces, y con poca motivación. Además, reconozco que este año me he llevado una gran sorpresa, con el grupo que imparto, porque están mucho más atentos y motivados que los que tuve en años anteriores... ¡Por fin veo la luz, en esta asignatura!
Esta última asignatura es, justamente, en la que nos ha tocado cubrir las clases del profesor fantasma. Por cierto, que el hombre ha expresado su intención de dar las clases, finalmente (cuando me lo contaron, ni me lo creía). Pero, dado que se prevé que esté muchas veces de viaje, congreso, etc., la profesora responsable de la docencia en el Departamento (una auténtica Santa) ha decidido que ella dará sus clases. O sea, que el marrón se lo come ella, finalmente. Para el curso que viene sí se espera que el profesor fantasma dé sus clases. Pero ya se verá.
Lo más pesado de la semana ha sido, justamente, cubrir las clases del profesor fantasma. El viernes, ya estaba yo pensando en la siesta y posterior tarde "de sofá" de que iba a disfrutar, cuando de repente recordé que me había comprometido a dar la clase verpertina del profesor fantasma. Fue como si una nube de tormenta se hubiera situado sobre mi cabeza (a pesar del sol primaveral que nos hizo ese día). Mi cara y mi ánimo cambiaron de repente. Tampoco es que me entrara mala leche, pero sí me quedé... entre pensativo y resignado. ¡Qué pocas ganas tenía!
Para colmo, los alumnos del profesor fantasma tenían esa tarde todavía menos ganas que yo de estar allí, así que la clase resultó un poco penosa. Pero mejor no se puede hacer, con esas condiciones (la mayoría de los alumnos, para colmo, no habían venido a la clase anterior, y me tocó casi repetir lo mismo).
Dentro de todo el montón de clases (y reuniones para temas de investigación y otros, que ya comentaré en otro post), el jueves tuve tiempo de practicar con Zoe, mi compañera de despacho, un poco de inglés, con la ayuda de la revista de Vaughan (Vaughan Review). La verdad es que estudiar inglés con alguien tiene mucho más sentido y aliciente que solo. Nos reímos un montón, y constatamos, una vez más, que la falta de práctica de un idioma atrofia la habilidad de hablarlo. O sea, que no dimos pie con bola. Nos costaba mucho construir las frases, y más todavía que fuesen correctas. Pero valió la pena, claro.
Bueno, en resumen... Intentando adaptarme al ritmo del cuatrimestre. De momento, estoy contento por cómo me estoy organizando. Estoy con ánimos, pero desearía tener más tiempo para investigación. El poco que tengo, me cuesta aprovecharlo al máximo. Ahora mismo, estoy redactando un articulillo para un congreso. Pero ya lo cuento otro día.
Esta semana ha resultado un poco larga, debido, entre otras cosas, a las clases del profesor fantasma. Por otro lado, he tenido tiempo hasta de realizar algunos ejercicios de inglés con Zoe, mi compañera de despacho.
Mis alumnos de este cuatrimestre son muchos y muy variados, dado que imparto ahora tres asignaturas diferentes. Ya comenté que en esta segunda mitad del curso tengo concentrada casi toda la docencia, y eso empieza a notarse: clases todas las mañanas (por suerte, las tardes las tengo para investigar, o al menos, intentarlo), bastante pronto (martes, a las 8h; miércoles a las 8.30h; jueves, a las 8h), y bastantes horas seguidas, en ocasiones (lunes, 3 horas casi seguidas; miércoles, de 8.30 a 14h sin parar, aunque sólo durante 3 ó 4 semanas; después tendré un hueco de 2 horas, los miércoles).
He conseguido repetir asignaturas por tercer curso consecutivo, y la verdad es que se nota (ya me las sé :-)). Incluso he podido elegir, en algunas de ellas, si daba sólo prácticas, o sólo teoría.
Concretamente, hay una asignatura en que venía impartiendo sólo la teoría, y este año he decidido dar sólo prácticas. Son mucho más cómodas, ya que, en estas prácticas, los alumnos no tienen que entregar ninguna memoria; y creo que disfruto más que en las clases de teoría, en que me pasaba dos horas hablando sin parar, porque había mucho temario que dar, en poco tiempo. Acababa agotado, la verdad. En las prácticas, me dedico más a recalcar las cosas importantes, repasar y afianzar conceptos o técnicas, dar pistas para que sepan cómo enfocar los ejercicios...
En otra asignatura, es justo al revés. Prefiero dar sólo la teoría, porque las prácticas son obligatorias, y los alumnos van porque hay que ir, muchas veces, y con poca motivación. Además, reconozco que este año me he llevado una gran sorpresa, con el grupo que imparto, porque están mucho más atentos y motivados que los que tuve en años anteriores... ¡Por fin veo la luz, en esta asignatura!
Esta última asignatura es, justamente, en la que nos ha tocado cubrir las clases del profesor fantasma. Por cierto, que el hombre ha expresado su intención de dar las clases, finalmente (cuando me lo contaron, ni me lo creía). Pero, dado que se prevé que esté muchas veces de viaje, congreso, etc., la profesora responsable de la docencia en el Departamento (una auténtica Santa) ha decidido que ella dará sus clases. O sea, que el marrón se lo come ella, finalmente. Para el curso que viene sí se espera que el profesor fantasma dé sus clases. Pero ya se verá.
Lo más pesado de la semana ha sido, justamente, cubrir las clases del profesor fantasma. El viernes, ya estaba yo pensando en la siesta y posterior tarde "de sofá" de que iba a disfrutar, cuando de repente recordé que me había comprometido a dar la clase verpertina del profesor fantasma. Fue como si una nube de tormenta se hubiera situado sobre mi cabeza (a pesar del sol primaveral que nos hizo ese día). Mi cara y mi ánimo cambiaron de repente. Tampoco es que me entrara mala leche, pero sí me quedé... entre pensativo y resignado. ¡Qué pocas ganas tenía!
Para colmo, los alumnos del profesor fantasma tenían esa tarde todavía menos ganas que yo de estar allí, así que la clase resultó un poco penosa. Pero mejor no se puede hacer, con esas condiciones (la mayoría de los alumnos, para colmo, no habían venido a la clase anterior, y me tocó casi repetir lo mismo).
Dentro de todo el montón de clases (y reuniones para temas de investigación y otros, que ya comentaré en otro post), el jueves tuve tiempo de practicar con Zoe, mi compañera de despacho, un poco de inglés, con la ayuda de la revista de Vaughan (Vaughan Review). La verdad es que estudiar inglés con alguien tiene mucho más sentido y aliciente que solo. Nos reímos un montón, y constatamos, una vez más, que la falta de práctica de un idioma atrofia la habilidad de hablarlo. O sea, que no dimos pie con bola. Nos costaba mucho construir las frases, y más todavía que fuesen correctas. Pero valió la pena, claro.
Bueno, en resumen... Intentando adaptarme al ritmo del cuatrimestre. De momento, estoy contento por cómo me estoy organizando. Estoy con ánimos, pero desearía tener más tiempo para investigación. El poco que tengo, me cuesta aprovecharlo al máximo. Ahora mismo, estoy redactando un articulillo para un congreso. Pero ya lo cuento otro día.
El profesor fantasma
No tengo por costumbre hablar mal de compañeros... en este blog. ;-)
No quiero utilizar el anonimato (veremos cuánto dura) para explayarme criticando a mis compañeros de trabajo, ni contar intimidades de nadie... He intentado ser cuidadoso con eso... hasta ahora.
Y lo voy a intentar seguir siendo. Únicamente, me limitaré a contar hoy una de las muchas experiencias extrañas que pueden vivirse, siendo profesor universitario en España.
En nuestro Departamento hace años que estamos rondando el 95% de saturación, en lo que a docencia se refiere. Ese porcentaje es, simplemente, el cociente entre el número de créditos que debe impartir el Departamento (según la docencia que tiene asignada) y el número de créditos que puede impartir como máximo el Departamento (según la docencia que tiene contratada, es decir, según los créditos que puede impartir como máximo cada profesor).
Eso significa que todos estamos impartiendo cerca del 95% de la docencia máxima que podríamos impartir (33 créditos, en mi caso, como ya sabréis los que me leéis).
Y, por tanto, eso significa que si estornuda un profesor, y cae enfermo, al otro lado del Departamento otro profesor puede tener que reorganizarse como pueda la semana para cubrir esa baja, en una especie de inevitable efecto mariposa. Y estamos obligados a ello, o medio obligados, pues el Vicerrectorado de turno no concede la contratación de nuevo personal si la dichosa saturación no supera el 95% (y lo rozamos, pero no lo superamos) y la baja es de corta duración.
Puestos ya en antecedentes, suponed ahora que hay un profesor que el año pasado aterrizó en el Departamento (casi sin pedir permiso a la torre de control). No sé muy bien por qué, pero creo que necesitaba pertenecer a mi Universidad para poder ocupar cierto cargo político (creo que se trataba de un cargo de ámbito autonómico).
Pues bien, tal profesor existe, y hace poco dejó de ocupar dicho cargo, aunque ahora realiza otras tareas de gestión universitaria. Pero en mi Universidad, todos los profesores que ocupan cargos de gestión, excepto el Rector, están obligados a impartir un mínimo de 8 créditos por curso.
Y ahí comienza el lío. A los 9 profesores que impartimos en este cuatrimestre una macroasignatura con 9 grupos de teoría y unos 25 grupos de prácticas, nos ha tocado como compañero de viaje al que, a partir de ahora, llamaré el Profesor Fantasma.
Sería tan fácil como que el hombre se pusiera a impartir los 8 créditos que le corresponden, en nuestra asignatura. Pero a nadie se le pasa por la cabeza la extraña idea de que eso vaya a suceder.
Lo último que sé es que este Profesor Fantasma ha conseguido otro carguito público, lo cual sí le permite no dar clase oficialmente, y que se le pueda buscar un profesor sustituto (en este caso, sí que se realizaría una contratación, concretamente de un profesor asociado a tiempo parcial).
Pero la situación en estos momentos es la siguiente: llevamos una semana y media de clase. Hasta el momento, tres profesores distintos nos hemos ido repartiendo las clases del Profesor Fantasma, por no dejar a los alumnos sin clases. No sabemos si algún día alguien nos devolverá el favor. No tenemos por qué dar esas clases, porque el hombre todavía no ha presentado ningún papel ni contrato, y por tanto debería estar dando sus clases.
Y, cuando lo presente, si lo presenta, entonces se iniciará el procedimiento para convocar el concurso público que terminará con la contratación de un profesor asociado, a no ser que se contrate a alguien por vía de urgencia, que se puede hacer.
Un marrón en toda regla, al que dan ganas de negarse, si no fuera porque los alumnos no tienen la culpa de nada. Y la verdad es que hoy, pese a haber tenido menos de una hora para comer y digerir 3 horas previas de clase, no lo he pasado mal, con las clases extra. Son majetes, los alumnos del Profesor Fantasma. Tendrá suerte, el tío...
Como he dicho al principio, no pensaba criticar a compañeros; de hecho, al Profesor Fantasma, ni lo conozco. Sólo conozco su nombre, y su cara, por fotos. Sólo sé que, cuando se aprobó su traslado al Departamento, nos prometieron que nunca impartiría clases, dado que tenía su cargo político. Ahora, aquí, el que más y el que menos, piensa: "cómo nos la han metido..."
Quizás dentro de un tiempo nos riamos de esto, pero...
Son cosas que no pasarían nunca en una empresa seria, pero que suceden en la Universidad Española del Siglo XXI, la que avanza a marchas forzadas y contra su voluntad hacia el modelo europeo de Educación Superior. Y se podría hacer un libro (o un blog, mismamente) con todas ellas.
No quiero utilizar el anonimato (veremos cuánto dura) para explayarme criticando a mis compañeros de trabajo, ni contar intimidades de nadie... He intentado ser cuidadoso con eso... hasta ahora.
Y lo voy a intentar seguir siendo. Únicamente, me limitaré a contar hoy una de las muchas experiencias extrañas que pueden vivirse, siendo profesor universitario en España.
En nuestro Departamento hace años que estamos rondando el 95% de saturación, en lo que a docencia se refiere. Ese porcentaje es, simplemente, el cociente entre el número de créditos que debe impartir el Departamento (según la docencia que tiene asignada) y el número de créditos que puede impartir como máximo el Departamento (según la docencia que tiene contratada, es decir, según los créditos que puede impartir como máximo cada profesor).
Eso significa que todos estamos impartiendo cerca del 95% de la docencia máxima que podríamos impartir (33 créditos, en mi caso, como ya sabréis los que me leéis).
Y, por tanto, eso significa que si estornuda un profesor, y cae enfermo, al otro lado del Departamento otro profesor puede tener que reorganizarse como pueda la semana para cubrir esa baja, en una especie de inevitable efecto mariposa. Y estamos obligados a ello, o medio obligados, pues el Vicerrectorado de turno no concede la contratación de nuevo personal si la dichosa saturación no supera el 95% (y lo rozamos, pero no lo superamos) y la baja es de corta duración.
Puestos ya en antecedentes, suponed ahora que hay un profesor que el año pasado aterrizó en el Departamento (casi sin pedir permiso a la torre de control). No sé muy bien por qué, pero creo que necesitaba pertenecer a mi Universidad para poder ocupar cierto cargo político (creo que se trataba de un cargo de ámbito autonómico).
Pues bien, tal profesor existe, y hace poco dejó de ocupar dicho cargo, aunque ahora realiza otras tareas de gestión universitaria. Pero en mi Universidad, todos los profesores que ocupan cargos de gestión, excepto el Rector, están obligados a impartir un mínimo de 8 créditos por curso.
Y ahí comienza el lío. A los 9 profesores que impartimos en este cuatrimestre una macroasignatura con 9 grupos de teoría y unos 25 grupos de prácticas, nos ha tocado como compañero de viaje al que, a partir de ahora, llamaré el Profesor Fantasma.
Sería tan fácil como que el hombre se pusiera a impartir los 8 créditos que le corresponden, en nuestra asignatura. Pero a nadie se le pasa por la cabeza la extraña idea de que eso vaya a suceder.
Lo último que sé es que este Profesor Fantasma ha conseguido otro carguito público, lo cual sí le permite no dar clase oficialmente, y que se le pueda buscar un profesor sustituto (en este caso, sí que se realizaría una contratación, concretamente de un profesor asociado a tiempo parcial).
Pero la situación en estos momentos es la siguiente: llevamos una semana y media de clase. Hasta el momento, tres profesores distintos nos hemos ido repartiendo las clases del Profesor Fantasma, por no dejar a los alumnos sin clases. No sabemos si algún día alguien nos devolverá el favor. No tenemos por qué dar esas clases, porque el hombre todavía no ha presentado ningún papel ni contrato, y por tanto debería estar dando sus clases.
Y, cuando lo presente, si lo presenta, entonces se iniciará el procedimiento para convocar el concurso público que terminará con la contratación de un profesor asociado, a no ser que se contrate a alguien por vía de urgencia, que se puede hacer.
Un marrón en toda regla, al que dan ganas de negarse, si no fuera porque los alumnos no tienen la culpa de nada. Y la verdad es que hoy, pese a haber tenido menos de una hora para comer y digerir 3 horas previas de clase, no lo he pasado mal, con las clases extra. Son majetes, los alumnos del Profesor Fantasma. Tendrá suerte, el tío...
Como he dicho al principio, no pensaba criticar a compañeros; de hecho, al Profesor Fantasma, ni lo conozco. Sólo conozco su nombre, y su cara, por fotos. Sólo sé que, cuando se aprobó su traslado al Departamento, nos prometieron que nunca impartiría clases, dado que tenía su cargo político. Ahora, aquí, el que más y el que menos, piensa: "cómo nos la han metido..."
Quizás dentro de un tiempo nos riamos de esto, pero...
Son cosas que no pasarían nunca en una empresa seria, pero que suceden en la Universidad Española del Siglo XXI, la que avanza a marchas forzadas y contra su voluntad hacia el modelo europeo de Educación Superior. Y se podría hacer un libro (o un blog, mismamente) con todas ellas.
Buen comienzo
Escrito por
Profesor Atreintaytres
a las
13:39
|
Temas:
alumnos,
docencia,
gestión del tiempo,
investigación
En general, estoy contento con los nuevos alumnos de este cuatrimestre.
Con algunos, ya llevo unas semanas de clase; con otros, comencé la semana pasada. Aún me falta conocerlos mejor, pero los comienzos han sido muy prometedores.
Como ya comenté, este cuatrimestre voy a tener más clases... Esta semana creo que he llevado un buen ritmo de trabajo. He encontrado tiempo para preparar asignaturas, para llevar a cabo asuntos menores pero urgentes, y he logrado concentrarme en un pequeño trabajo que debemos enviar antes del 1 de marzo para ser presentado en un congreso que tendrá lugar el próximo mes de septiembre en mi ciudad.
Diría que se trata de un buen comienzo, aunque empiezo a notar síntomas de estrés (sin ánimo de exagerar). Estoy más susceptible, cansado, y empiezo a ver fantasmas donde no los hay; trampas mentales.
Este fin de semana toca desconectar un poco.
Con algunos, ya llevo unas semanas de clase; con otros, comencé la semana pasada. Aún me falta conocerlos mejor, pero los comienzos han sido muy prometedores.
Como ya comenté, este cuatrimestre voy a tener más clases... Esta semana creo que he llevado un buen ritmo de trabajo. He encontrado tiempo para preparar asignaturas, para llevar a cabo asuntos menores pero urgentes, y he logrado concentrarme en un pequeño trabajo que debemos enviar antes del 1 de marzo para ser presentado en un congreso que tendrá lugar el próximo mes de septiembre en mi ciudad.
Diría que se trata de un buen comienzo, aunque empiezo a notar síntomas de estrés (sin ánimo de exagerar). Estoy más susceptible, cansado, y empiezo a ver fantasmas donde no los hay; trampas mentales.
Este fin de semana toca desconectar un poco.
Trabajo en equipo
Escrito por
Profesor Atreintaytres
a las
16:36
|
Temas:
anécdotas,
docencia,
gestión del tiempo,
inglés
Poco a poco iré contando cosas que han pasado en estos meses de "desierto bloguero".
Hoy prefiero dejar aquí una reflexión sobre la importancia del trabajo en equipo, al hilo de cosas que me han sucedido hoy.
Una de las cosas que más claras vi al llegar aquí, a la Universidad, desde un trabajo normal, es que la gente suele ser bastante individualista a la hora de trabajar (dejando a parte, además, actitudes poco profesionales, como llevar al terreno de lo personal discusiones profesionales, y viceversa). Yo mismo a veces pienso que es más cómodocuando das dar una asignatura tú solo, porque te evita tener que coordinarte con nadie, y haces un poco lo que quieres; más que nada, se ahorra tiempo.
En mi caso, creo que mi director de Tesis, Rita y, en menor medida, Astur (porque está floja de salud), formamos un buen equipo, a pesar de los momentos de inestabilidad que a veces vivimos. Todavía podríamos potenciar más las habilidades o aptitudes de cada uno, pero creo que la simbiosis, dentro del caos y la precariedad, va funcionado bien. [Pienso que faltan aún unos años hasta que lleguemos a un punto de equilibrio o estabilidad, que se produciría cuando Rita y yo terminemos la Tesis, mi director de Tesis lleve ya a su hija al colegio, y Astur recupere todas sus fuerzas y energías.]
Hoy he tenido un ejemplo claro de esto. Resulta que el jueves Rita y yo nos vamos a un congreso. Realmente, el trabajo que vamos a presentar lo han realizado más Rita y mi director de Tesis; es el tema de Rita, digamos, no el mío.
Pero yo he colaborado un poco en todo, y además, me ha tocado realizar la exposición (Rita todavía no se ha estrenado en congresos internacionales, y este lo es; al próximo ya le toca hablar a ella).
Llevo desde mediados de la semana pasada intentando terminar el powerpoint definitivo, y haciendo el guión en inglés de lo que tengo que decir (me gusta hacerme ese guión, porque veo que todavía no tengo suficiente soltura para improvisar mucho en inglés). Pues bien, hoy todavía no lo había terminado del todo (el powerpoint está igual que hace 5 días, a falta de incluir unos gráficos y retocar algunos detalles; el guión estaba hasta un poco menos de la mitad), y habíamos quedado a las 10h para realizar un primer ensayo, ver qué decir y qué no decir, cómo decirlo, etc.
Yo iba un poco cagado, como oveja llevada al matadero... Anoche terminé de comprender que, simplemente, NO me apetece nada realizar esta ponencia; ni preparármela, ni exponerla. Porque no es mi tema, y porque me veo inseguro con el inglés. Y que por eso he ido retrasando tanto el momento de acabar esto (el powerpoint y el guión), hasta llegar al extremo de que hoy, como digo, no tenía terminado lo que me había comprometido hacer. ¡Y nos vamos el jueves al congreso!
[Aclararé que esto no es la primera vez que me pasa, y tengo claro que no será la última. Más de una y dos veces he terminado el powerpoint de un congreso en el propio lugar del congreso.]
Bueno, el caso —para no enrollarme más— es que a mi director y Rita les ha gustado mucho lo que traía hecho y, al trabajarlo con ellos, me he dado cuenta de que no estaba tan mal y de que, en el fondo, no faltaba tanto para terminarlo. Está ya casi hecho. Eso sí, hoy no me voy hasta que no lo termine.
Para mí, esto ha sido un miniejemplo de que trabajar en grupo siempre ayuda. En este caso, se trataba simplemente de desatascar mi mente, que estaba bloqueada por ver que no avanzaba y que, en el fondo, no quería avanzar.
En otras ocasiones me ha pasado lo mismo, o una variante: llegar atascado o sin ideas a una reunión (por desmotivación, o porque realmente me encuentro en un punto en el queme hace falta una ayuda para avanzar), y al comentarlo con el resto del grupo (en especial, con mi director) lo veo todo de otra forma, más fácil de lo que lo veía.
Otro ejemplo más normal y sólido de las bondades del trabajo en grupo me ha venido hoy al conversar con otro compañero que leyó la Tesis hace un tiempo. Desde que es Doctor, no ha parado de realizar estancias posdoctorales, y trabajar con diferentes grupos de investigación... hacer currículum, en definitiva.
Por lo que sé, en su Tesis se encontraba bastante sólo, profesionalmente hablando, y le costó bastante terminarla y pulirla, una vez terminada, antes de poder defenderla.
Me comenta ahora que, desde que trabaja en grupo, todo es muy distinto. Uno ya se hace su hueco, digamos (se especializa en una cosa, por así decirlo), y es la colaboración, el trabajo en equipo, el reparto del trabajo, lo que hace posible ser productivos. Tres o cuatro personas es un buen número para sacar adelante un artículo con relativamente poco esfuerzo (comparado con hacerlo solo), siempre que sea un grupo bien coordinado, estable, etc.
Quizás pueda parecer que divago... Pero para mí, esto son dos muestras claras de que en grupo se consigue mucho más que individualmente (¡hasta en fútbol lo saben!). Y sé —espero, más bien— que llegará un momento en que en este grupo en el que estoy, o en otro (o en varios a la vez), llegaré a vivir en primera persona lo que es trabajar en equipo, de manera coordinada y productiva. En parte, me pregunto: "¿por qué no ya?" En eso estamos...
Hoy prefiero dejar aquí una reflexión sobre la importancia del trabajo en equipo, al hilo de cosas que me han sucedido hoy.
Una de las cosas que más claras vi al llegar aquí, a la Universidad, desde un trabajo normal, es que la gente suele ser bastante individualista a la hora de trabajar (dejando a parte, además, actitudes poco profesionales, como llevar al terreno de lo personal discusiones profesionales, y viceversa). Yo mismo a veces pienso que es más cómodo
En mi caso, creo que mi director de Tesis, Rita y, en menor medida, Astur (porque está floja de salud), formamos un buen equipo, a pesar de los momentos de inestabilidad que a veces vivimos. Todavía podríamos potenciar más las habilidades o aptitudes de cada uno, pero creo que la simbiosis, dentro del caos y la precariedad, va funcionado bien. [Pienso que faltan aún unos años hasta que lleguemos a un punto de equilibrio o estabilidad, que se produciría cuando Rita y yo terminemos la Tesis, mi director de Tesis lleve ya a su hija al colegio, y Astur recupere todas sus fuerzas y energías.]
Hoy he tenido un ejemplo claro de esto. Resulta que el jueves Rita y yo nos vamos a un congreso. Realmente, el trabajo que vamos a presentar lo han realizado más Rita y mi director de Tesis; es el tema de Rita, digamos, no el mío.
Pero yo he colaborado un poco en todo, y además, me ha tocado realizar la exposición (Rita todavía no se ha estrenado en congresos internacionales, y este lo es; al próximo ya le toca hablar a ella).
Llevo desde mediados de la semana pasada intentando terminar el powerpoint definitivo, y haciendo el guión en inglés de lo que tengo que decir (me gusta hacerme ese guión, porque veo que todavía no tengo suficiente soltura para improvisar mucho en inglés). Pues bien, hoy todavía no lo había terminado del todo (el powerpoint está igual que hace 5 días, a falta de incluir unos gráficos y retocar algunos detalles; el guión estaba hasta un poco menos de la mitad), y habíamos quedado a las 10h para realizar un primer ensayo, ver qué decir y qué no decir, cómo decirlo, etc.
Yo iba un poco cagado, como oveja llevada al matadero... Anoche terminé de comprender que, simplemente, NO me apetece nada realizar esta ponencia; ni preparármela, ni exponerla. Porque no es mi tema, y porque me veo inseguro con el inglés. Y que por eso he ido retrasando tanto el momento de acabar esto (el powerpoint y el guión), hasta llegar al extremo de que hoy, como digo, no tenía terminado lo que me había comprometido hacer. ¡Y nos vamos el jueves al congreso!
[Aclararé que esto no es la primera vez que me pasa, y tengo claro que no será la última. Más de una y dos veces he terminado el powerpoint de un congreso en el propio lugar del congreso.]
Bueno, el caso —para no enrollarme más— es que a mi director y Rita les ha gustado mucho lo que traía hecho y, al trabajarlo con ellos, me he dado cuenta de que no estaba tan mal y de que, en el fondo, no faltaba tanto para terminarlo. Está ya casi hecho. Eso sí, hoy no me voy hasta que no lo termine.
Para mí, esto ha sido un miniejemplo de que trabajar en grupo siempre ayuda. En este caso, se trataba simplemente de desatascar mi mente, que estaba bloqueada por ver que no avanzaba y que, en el fondo, no quería avanzar.
En otras ocasiones me ha pasado lo mismo, o una variante: llegar atascado o sin ideas a una reunión (por desmotivación, o porque realmente me encuentro en un punto en el queme hace falta una ayuda para avanzar), y al comentarlo con el resto del grupo (en especial, con mi director) lo veo todo de otra forma, más fácil de lo que lo veía.
Otro ejemplo más normal y sólido de las bondades del trabajo en grupo me ha venido hoy al conversar con otro compañero que leyó la Tesis hace un tiempo. Desde que es Doctor, no ha parado de realizar estancias posdoctorales, y trabajar con diferentes grupos de investigación... hacer currículum, en definitiva.
Por lo que sé, en su Tesis se encontraba bastante sólo, profesionalmente hablando, y le costó bastante terminarla y pulirla, una vez terminada, antes de poder defenderla.
Me comenta ahora que, desde que trabaja en grupo, todo es muy distinto. Uno ya se hace su hueco, digamos (se especializa en una cosa, por así decirlo), y es la colaboración, el trabajo en equipo, el reparto del trabajo, lo que hace posible ser productivos. Tres o cuatro personas es un buen número para sacar adelante un artículo con relativamente poco esfuerzo (comparado con hacerlo solo), siempre que sea un grupo bien coordinado, estable, etc.
Quizás pueda parecer que divago... Pero para mí, esto son dos muestras claras de que en grupo se consigue mucho más que individualmente (¡hasta en fútbol lo saben!). Y sé —espero, más bien— que llegará un momento en que en este grupo en el que estoy, o en otro (o en varios a la vez), llegaré a vivir en primera persona lo que es trabajar en equipo, de manera coordinada y productiva. En parte, me pregunto: "¿por qué no ya?" En eso estamos...
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